Concepto Creatividad Módulo 1

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Escribir algo propio:

una idea, una emoción, una visión que no existía antes

La creatividad no es simplemente una habilidad técnica ni una mera ocurrencia espontánea. Es, ante todo, un acto de afirmación personal. Crear implica traer al mundo algo que antes no existía: una imagen, una palabra, un gesto, una forma de ver. En ese acto, el sujeto creador se posiciona: dice “esto soy”, “esto veo”, “esto siento”.

Es una forma de dejar huella, de hacer visible lo invisible, de declarar existencia en medio del ruido. Por eso, cada creación auténtica es también un acto de valentía. Søren Kierkegaard, el filósofo danés que exploró la angustia y la libertad, advirtió que cada vez que elegimos con autenticidad, enfrentamos el vértigo de la posibilidad.

La creatividad, en ese sentido, nos lanza a un abismo donde no hay garantías: lo que imaginamos puede no gustar, puede no ser comprendido, puede incluso ser rechazado. Y sin embargo, el creador sigue adelante, porque intuye que ocultarse sería aún más doloroso que el riesgo de exponerse. Este vértigo nace del encuentro entre la libertad y la vulnerabilidad.

Crear es ejercer la libertad radical de ser uno mismo, pero también es asumir las consecuencias de esa elección. La sociedad premia muchas veces lo estándar, lo familiar, lo replicable. En cambio, lo creativo suele provocar, sacudir, incomodar.

Por eso, el camino del creador —sea un niño que dibuja lo que sueña, o un artista que rompe con la tradición— siempre implica una cuota de soledad y coraje. Pero aquí también está su fuerza: al afirmar algo propio, el acto creativo nos conecta con lo más humano.

Nos recuerda que somos seres capaces de transformar lo que nos rodea, de reimaginar el mundo y dar sentido al caos. En última instancia, cada creación auténtica es una pequeña rebelión contra la indiferencia, una chispa de sentido en medio del vacío.